Además de las habituales sociedad limitada y sociedad anónima, hay un amplio número de formas jurídicas que pueden adoptarse a la hora de constituir una empresa, sociedad o cooperativa. Las principales diferencias competen a las responsabilidades, gestión y patrimonio de los socios de la empresa, así como sus derechos y estructura, fundamentales a la hora de tomar decisiones. Son sociedades mercantiles de tipo capitalista, que van desde el empresario individual hasta la sociedad colectiva o la sociedad comanditaria. Junto a estas formas,  aparecen las asociaciones sin ánimo de lucro, comunidades de bienes y sociedades cooperativas. Este último modelo se caracteriza por una estructura y funcionamiento democrático, con tomas de decisiones bajo votación y cuya responsabilidad de los socios queda limitada al capital aportado. Otra de las figuras particulares son las asociaciones sin ánimo de lucro, que se crean para favorecer a terceros y no para recibir beneficios económicos ni disfrutar de servicios, ya que todo el dinero recibido se destina a la mejora y desarrollo de las actividades de la asociación con el fin de alcanzar los objetivos determinados por la entidad. 

Conocer las diferentes formas jurídicas es fundamental para poder elegir aquella que se adapte mejor a las necesidades y objetivos del proyecto laboral facilitará con creces su desarrollo económico.